La entretenida
Jornada primera
[Escena 1]
168vSalen Ocaña , lacayo, con un mandil y harnero, y Cristina, fregona.
[Cri.]
Siempre la melancolía
fue de la muerte parienta,10
y en la vida alegre asienta
el hablar de argentería.
Motes cuentos chistes dichos,
pensamientos regalados,
muy buenos para pensados,15
y mejores para dichos.
y enfádanme tus ruindades
y tus modos de decir.
Oca.
El que está para morir35
siempre suele hablar verdades.
Yo estoy muriendo, y confieso
que quieres bien a Quiñones.
Cri.
De tus malas intenciones
agora se vee el exceso.40
Agora se echa de ver
que eres loco y [laca]…
Oca.
Bueno,
pronuncia de lleno en lleno,
aunque el yo no es menester,
que el ser lacayo no
ignoro,45
sin rodeos y sin cifras,
y mal tu venganza cifras
en no guardar el decoro
que debes a ser fregona
de las más lindas que vi,50
entre Quiñones y mí,
ya cordera y ya leona.
Cri.
¿Soy por ventura mujer
que he de avasallarme a un paje,
o vengo yo de linaje55
de tan bajo proceder?
¿No soy yo la que en mi flor,
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por no querer ofendella,
presumo más de doncella
que no el
Cid de Campeador?60
Eres muy solicitada65
y muy vista, y no está el toque
en que la flor no se toque
si al serlo está aparejada.
Las flores en el campo están
sujetas a cualquier mano,70
a las del bajo villano
y a las del alto galán,
al arado y al pie duro
del labrador que le guía;
pero la flor que [se] cría75
tras el levantado muro
del recato no la ofende
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el cierzo murmurador,
ni la marchita el ardor
del que tocarla pretende.80
La mujer ha de ser buena,
y parecerlo que es más.
Cri.
Gran predicador estás,
mas tu dotrina condena.
a tus lascivos intentos.
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Oca.
[Levántasles] testimonio,
que al blanco del matrimonio
asestan mis pensamientos.
Cri.
A mucho te has atrevido.
Muestra: aquí está la cebada.90
Dale el harnero.
Éntrase Cristina.
Oca.
Toma el harnero, agraviada
deste que de ti lo ha sido.
Lleváisos la media nata
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deste común beneficio;
dais en ella rienda al vicio,
sin hallar ninguna ingrata.100
Hacéis con modos süaves105
burla, que os cuesta barata
de aquellas lunas de plata
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que van pisando las graves.
Qué presto Cristina vuelve
con la cebada y Quiñones.110
¡Corazón, triste te pones.
La sangre se me revuelve
en ver a estos dos tan juntos,
tan domésticos y afables.
Entra Cristina, con la cebada, y Quiñones, el paje.
Cri.
No le mires ni le hables.115
Si le hablares no sea en puntos
destas dos figuras juntas,
que no se apartan jamás.130
Qui.
En tales malicias das
que con una mil apuntas,
Éntrase Ocaña .
Cri.
¡Y que tú no tengas brío
para responderle!
Creo150
que he de recobrar mi empleo
y volverme a lo que es mío.
que es Ocaña hombre de bien,
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y espadachín además.