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Jornada Segunda

[Escena 3]

178v

Oca. Si a mí el ojo no me miente,
sé con gran certinidad
que vuestra paternidad 194
tiene el alma algo doliente.1205

Es [Cristinica] un harpón,
es un virote, 195 una jara 196
que el ciego arquero dispara
y traspasa el corazón.

Es un incendio, es un rayo –1210
¿cómo un rayo? Dos y tres.
Tor. Y vuesa merced ¿quién es?
Oca. Soy desta casa el lacayo,

y aunque en la caballeriza
me arrincono, el amor ciego1215
con su yelo y con su fuego
me consume y martiriza.

Entre el harnero y pesebre,
entre la paja y cebada,
de noche y de madrugada1220
me embiste de amor la fiebre.

179r

Tor. ¿Y es Cristina la ocasión
de tan grande encendimiento?
Oca. No sé quién es. Sé que siento
el alma hecha un carbón.1225

Tor. Si es Cristina, pondré pausa
en ciertos recién nacidos
pensamientos atrevidos
que su memoria me causa.

No pienso en manera alguna1230
seros rival: que sería
género de villanía
que al ser quien yo soy repugna.

Honestísimo decoro
se guardará en esta casa,1235
puesto que me arda la brasa
desta niña a quien adoro.

Quebrantaré en la pared
mis pensamientos primeros,
con gusto de conoceros1240
para haceros merced.

Porque no han de naufragar
siempre las flotas: que alguna
tendrá próspera fortuna
para podérnosla dar. 197 1245

Oca. Beso tus pies peregrino
único, raro y bastante
a ablandar en un instante
un corazón diamantino.

Yo en quien nacieron barruntos1250
de celos cuando te vi,
a tus pies los pongo aquí,
semivivos y aun difuntos.

Tor. Alzaos señor. No hagáis
sumisión tan indecente:1255
que humillaré yo mi frente
si es que la vuestra no alzáis.

Dadme los brazos de amigo:
que lo hemos de ser los dos
gran tiempo si quiere Dios,1260
que es de mi intención testigo.

Oca. Como tú señor me abones
con tu amistad peregrina,
doy por cordera a Cristina
y por cabrito 198 a Quiñones.1265

Tor. Por verte con gusto voy
alegre, así Dios me salve.
Oca. [Aparte] Para éstas 199 que yo os calve,
o no seré yo quien soy.

Éntranse Torrente y Ocaña.

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